El aumento de la tensión entre Estados Unidos y China sigue metiendo presión a los mercados. China respondió esta pasada madrugada al reciente anuncio de Trump de que impondrá aranceles sobre todas las importaciones procedentes del país asiático a partir del próximo 1 de septiembre. Las autoridades chinas han permitido que el yuan se depreciara esta madrugada hasta su nivel mínimo de los últimos 11 años, y habrían ordenado a las empresas públicas la suspensión de importaciones de productos agrícolas procedentes de Estados Unidos.

Ambos países parecen así embarcados en una guerra comercial que sigue agravándose y que, de mantenerse, tenderá a alimentar la incertidumbre e inestabilidad en la economía mundial y en los mercados.

Aunque ambas administraciones podrían dar marcha atrás en cualquier momento a esta subida de tensión, no parece que esta situación vaya a mejorar de formar significativa a muy corto plazo, lo que nos ha llevado a adoptar medidas defensivas adicionales a las ya adoptadas en el pasado.

En este contexto, sólo un mensaje tranquilizador de la Reserva Federal  (anticipando más y más contundentes bajadas de tipos) podría invertir la tendencia de las bolsas que, por el momento, continúa siendo claramente bajista.

En el terreno macroeconómico, los índices de gestores de compras del sector servicios conocidos hoy en las principales economías continúan evidenciando un goteo a la baja del crecimiento del sector. Especialmente preocupante resultó el descenso en Estados Unidos, donde el índice ISM reveló una caída de 55.1 puntos a 53.7 en el mes de julio, frente a unas previsiones que esperaban un alza hasta 55.5 enteros. El sector servicios se había mantenido al margen del mal todo del sector manufacturero, pero en los dos últimos meses se observa un deterioro claro del crecimiento.

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