El mercado, complaciente, trata a duras penas de mantener vivo un rebote que va perdiendo fuerza...
Los datos macroeconómicos continúan siendo catastróficos: El índice IFO de confianza empresarial en Alemania registró en abril un caída muy acusada, hasta los 74.3 puntos desde los 85.9 puntos del mes anterior. Nunca antes desde que hay registros, las expectativas de las empresas alemanas habían sido tan negativas como lo son actualmente. En Estados Unidos, los pedidos de bienes duraderos se desplomaron en marzo un -14.4% respecto al mes anterior. La economía mundial sigue confirmando así la entrada en la peor recesión desde la Gran Depresión de 1929.
Sin embargo, el consenso del mercado sigue confiando en una salida pronta y rápida de esta crisis. Es evidente ya que el impacto económico de la crisis sanitaria del coronavirus va a ser enorme, pero a día de hoy el mercado parece seguir albergando la esperanza de que esa herida profunda cicatrizará rápido, con escasas repercusiones negativas a medio y largo plazo. Detrás de esas expectativas podría encontrarse la confianza en que las medidas de levantamiento del confinamiento en los diferentes países permitirán reactivar en breve la actividad económica a nivel global, así como las medidas de estímulo aprobadas en pasadas semanas por los diferentes gobiernos y bancos centrales. Sin embargo, el levantamiento del confinamiento no es garantía de una vuelta rápida y total a la normalidad. No todos los sectores de actividad podrán hacerlo al mismo tiempo ni en las mismas condiciones previas al estallido de la crisis sanitaria. Tampoco hay garantías hoy por hoy de que no vaya a producirse una segunda oleada de contagios una vez se intensifiquen los contactos dentro de las diferentes poblaciones. Por otro lado, las medidas de estímulo aprobadas están tardando en concretarse de manera efectiva en algunos casos o resultan insuficientes en otros muchos. Además, las consecuencias de déficits públicos excesivos, niveles de endeudamiento público históricos, y de unas políticas monetarias expansivas más allá de lo imaginable hasta hace poco tiempo nos acompañarán durante muchos años. También se confía en que los científicos puedan dar con una cura y una vacuna contra el coronavirus. Pero ya hemos visto también que el prometedor antiviral de Gilead no está dando los resultados esperados. Cualquier otro avance por este lado, en el mejor de los casos tardará aún meses en estar disponible para su aplicación generalizada. Es cierto que en los mercados nada es imposible, que para los mercados todo puede suceder (si no, basta recordar lo que sucedía hace sólo unos días en el mercado de crudo donde, por primera vez en la historia, se veía cotizar el barril de petróleo claramente en negativo). Pero, más allá de posibles sorpresas en un sentido u otro, la realidad hoy en día es que la situación continúa siendo bastante incierta, y que esa incertidumbre sigue mereciendo, en nuestra opinión, respeto y prudencia, mientras el mercado continúa aferrándose con uñas y dientes a un rebote que sigue vivo, sí, pero que también va perdiendo fuerza. Es muy posible que los mercados toquen fondo mucho antes de que esta crisis esté superada, quizás sea cuestión de unos pocos meses más. Pero, de momento, seguimos sólo ante un rebote; no estamos aún ante un cambio de tendencia de bajista a alcista.
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