Análisis del fin de semana
20 y 21 de febrero de 2021

Para que la inflación sea una preocupación ahora, la percepción sobre los verdaderos problemas de fondo debe estar mejorando muy rápidamente…

Conclusiones del análisis del fin de semana:

    • Los bancos centrales tienen razón: la inflación no es un problema.
    • La caída de los mercados de renta fija apenas acaba de comenzar: esto sí puede llegar a ser un problema, especialmente para los propios mercados de renta fija.
    • Sí, las bolsas están caras, pero hace mucho tiempo que es así y a nadie parece importarle (de momento)…
    • La semana pasada estuvo marcada por una dinámica general de debilidad en los mercados, pero el cierre del viernes dejó un regusto positivo.

 

Los bancos centrales tienen razón: la inflación no es un problema.

La presión al alza sobre los tipos de interés de mercado siguió agudizándose durante esta pasada semana, sentando así las bases del que podría llegar a convertirse en el peor año de la historia para los mercados de renta de fija: el índice de referencia de la deuda pública global BARCLAYS AGGREGATE INTERNATIONAL TREASURY BOND acumula ya una pérdida en el año ligeramente superior al -3%).

Estas presiones que están sufriendo los mercados de renta fija vienen alimentadas por el aumento de las tensiones inflacionistas en algunos segmentos (primarios) de la economía, especialmente por el lado de la energía (petróleo y sus derivados, y gas natural), metales (la cotización del cobre está próxima ya a los máximos históricos que se marcaron hace diez años), así como la subida de los precios de otras materias primas tales como el algodón, el azúcar o el trigo.

Los bancos centrales se han apresurado a restar importancia a estas tensiones inflacionistas, en la medida en que hoy por hoy no hay evidencia de un proceso inflacionista generalizado en el conjunto de la economía. Así, su prioridad hoy en día continúa siendo mantener una política monetaria marcadamente expansiva hasta garantizarse la recuperación y el crecimiento sostenido de la economía y el empleo.

Y es que dadas las circunstancias actuales derivadas, primero, de la crisis financiera de 2007-2008 y, después, de la pandemia, el eventual desbordamiento de los objetivos oficiales de inflación sería hoy por hoy el menor de los problemas. Los bancos centrales tienen un larga trayectoria de éxito en la contención y corrección de dinámicas inflacionistas: disponen de los conocimientos, las herramientas y la experiencia de décadas para hacerlo. Con relación a los posibles desequilibrios en materias de inflación, podríamos decir que el orden de gravedad y de dificultad de corrección sería el siguiente:

  1. Deflación (proceso continuado de caída del nivel general de precios): Este es sin duda el escenario más peligroso y ante el cual los bancos centrales se encuentran más desamparados. Es en realidad el escenario que han tratado de conjurar con la política monetaria más expansiva y sin precedentes en la historia desde el estallido de la crisis financiera global de 2007-2008.
  2. Estanflación (inflación pero sin crecimiento económico): La utilización de medidas antiinflacionistas por parte de los bancos centrales se ve restringida por la debilidad de la economía (no se pueden subir agresivamente los tipos de interés porque dañaría aún más la economía). La salida de este escenario requeriría de la actuación conjunta y coordinada de las políticas monetaria y fiscal.
  3. Inflación (con un crecimiento económico sólido y sostenido): Como decía más arriba, los bancos centrales disponen de los conocimientos, las herramientas y la experiencia de décadas para conseguir que la tasa de inflación converja a la baja hacia los niveles objetivo; y en un contexto caracterizado por un crecimiento económico sólido y sostenido contarían además con todo el margen de maniobra necesario para graduar el ritmo e intensidad de sus movimientos en este sentido.

Por tanto, puestos a elegir, es absolutamente normal y sensato que los bancos centrales prefieran enfrentarse al tercer escenario y, por tanto, estén dispuestos ahora a permitir que la tasa de inflación exceda durante un tiempo los niveles objetivo, incluso aunque ello suponga asumir el riesgo de que esas tensiones inflacionistas hoy todavía parciales (o segmentadas) acaben filtrándose y generalizándose en el conjunto de la economía. Después de lo vivido en estos últimos 15 años, casi podría decirse que este sería un problema menor.

La caída de los mercados de renta fija apenas acaba de comenzar: esto sí puede llegar a ser un problema, especialmente para los propios mercados de renta fija.

La cuestión es que todo lo anterior se está produciendo en un momento en el que los tipos de interés se encuentran en niveles mínimos históricos. En estos niveles de tipos de interés tan bajos (incluso negativos) es normal, por tanto, que el mercado contemple con cierta preocupación esta pasividad y tolerancia de los bancos centrales respecto a este resurgir (insisto, todavía parcial o segmentado) de las tensiones inflacionistas.

Pero no nos confundamos: este resurgir de estas tensiones inflacionistas y la preocupación que al respecto viene mostrando el mercado en los últimos días y semanas sólo puede producirse sobre la base de una mejora significativa de las perspectivas de evolución de la pandemia y de recuperación económica, mejora de las perspectivas que a día de hoy se ve respaldada por los datos de evolución de la pandemia a nivel global (descenso en las cifras de nuevos contagios, hospitalizaciones y fallecimientos).

En este sentido, si los mercados se permiten el lujo de preocuparse hoy en día por la inflación debe ser porque su percepción sobre los verdaderos problemas de fondo está mejorando muy rápidamente.

Dicho esto, la caída (o proceso de normalización) de los mercados de renta fija apenas acaba de comenzar. A pesar del castigo que llevan este año sus cotizaciones, el tipo de interés del bono alemán a 10 años continúa siendo negativo (del -0.31% al cierre del viernes), y el tipo de interés su homólogo estadounidense se situaba al cierre de la semana pasada todavía sólo en el 1.35%, es decir, más o menos donde se encontraban hace un año. En otras palabras, al alza (a la baja sus precios) los mercados de renta fija tienen todo un mundo por recorrer… Eso sí, en ese camino es seguro que de cuando en cuando contarán con el contundente paracaídas de los bancos centrales, que según convenga en cada momento saldrán a detener, invertir, contener o modular el ritmo de caída. Recordemos a este respecto lo que apuntaba desde estas líneas la semana pasada: los mercados de renta fija están intervenidos hoy en día por los bancos centrales.

Sí, las bolsas están caras, pero hace mucho tiempo que es así y a nadie parece importarle (de momento)…

La subida de los tipos de interés de mercado viene a poner aún más en evidencia las valoraciones excesivas que en términos históricos presentan los mercados bursátiles. Pero este exceso de valoración no es un fenómeno novedoso. En realidad llevamos años así, y a nadie parece ya importarle, al menos de momento… Hoy por hoy, el comportamiento de las bolsas parece seguir condicionado por un exceso de complacencia y una muy baja aversión o percepción de riesgo: mientras la subida de los tipos de interés de mercado sea gradual, contenida y acompasada con la evidencia de control de la pandemia y de recuperación económica, seguirán tocando los músicos en esta fiesta… Sigamos bailando, por tanto, pero, por si acaso, sin alejarnos en exceso ni perder de vista ni un momento la puerta de salida del salón…

La semana pasada estuvo marcada por una dinámica general de debilidad en los mercados, pero el cierre del viernes dejó un regusto positivo.

La dinámica de formación de doble techo (double top) que comentaba la semana pasada que estaban describiendo muchos valores propició que se produjeran numerosos rechazos bajistas durante la mayor parte de la semana. De esta forma, la dinámica general durante la semana pasada fue bajista, y de una intensidad más clara y contundente a nivel de sectores y valores que a nivel de índices (cuyas caídas fueron en general mucho más contenidas).

Sin embargo, el clima de sentimiento mejoró claramente en la sesión del viernes, y muchos valores giraron de nuevo al alza para iniciar de nuevo el asalto a sus respectivas zonas de máximos (históricos o locales, según el caso), en un movimiento constructivo de cara a la superación e invalidación de dicha configuración de doble techo. En otras palabras, todavía sigue abierta la posibilidad de superación de dichas zonas de máximos que, de confirmarse, abriría la puerta a un nuevo impulso alcista.

A nivel de índices, la sensación continúa siendo de vértigo: excesiva verticalidad de la subida desde una perspectiva histórica, predominio del sentimiento de euforia y baja aversión al riesgo, comportamiento condicionado por la avaricia y un elevado componente especulativo. En este sentido, la dinámica de comportamiento de los índices no inspira confianza.

Sin embargo, a nivel interno del mercado, hay un número suficientemente elevado y creciente de valores que presentan dinámicas de comportamiento atractivas, solventes y aprovechables, siquiera desde una perspectiva táctica o de corto plazo.

 

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