La Fed propicia el ajuste de expectativas en los mercados: El retorno de la macroeconomía…
Conclusiones del análisis del fin de semana:
- Un poco de jarabe amargo a tiempo es garantía de mayor salud a futuro…
Un poco de jarabe amargo a tiempo es garantía de mayor salud a futuro…
La Reserva Federal desencadenó esta semana un ajuste de expectativas en los mercados, al empezar a preparar el terreno para el futuro inicio del proceso de normalización monetaria, que previsiblemente tendrá lugar a comienzos del próximo año. La digestión de este ajuste de expectativas se hizo un tanto más pesada y amarga el viernes, a raíz de las declaraciones más restrictivas efectuadas por el presidente de la Reserva Federal de Saint Louis, James Bullard, uno de los halcones del comité (el ala más dura de la Fed), y que volverá a tener voto (no solo voz) en las decisiones de la autoridad monetaria a partir del año que viene.
A lo anterior hay que sumar además que el viernes iba a ser ya de por sí una sesión especialmente volátil por se día de la cuádruple hora bruja (día en el que coinciden los vencimientos de todos los futuros y opciones tanto sobre índices como valores).
De manera resumida, la Reserva Federal considera que la recuperación de la economía estadounidense está en marcha y es fuerte; que se está avanzando a buen ritmo hacia el cumplimiento de los objetivos que tiene establecidos la política monetaria; que el repunte de la tasa de inflación registrado en estos últimos meses está siendo mayor del que preveían, y aunque consideran que estas tensiones inflacionistas tendrán un carácter transitorio, existe el riesgo de que acaben enquistándose de forma más estructural. Con esta tendencia de fondo hacia un comportamiento normal de la economía, la Fed considera que ha llegado ya el momento de empezar a pensar e ir preparando el terreno para la normalización también de la política monetaria.
Por tanto, el cambio en el discurso de la Fed no solo es coherente con la evolución que viene mostrando la economía estadounidense sino que era ya necesario y más que prudente que la autoridad monetaria norteamericana reconociera explícitamente los posibles riesgos inherentes al fuerte repunte registrado por la tasa de inflación en estos últimos meses y que, previsiblemente, se mantendrá en los próximos meses.
El mercado ha entendido que esta toma de consciencia pública por parte de la Fed de los posibles riesgos inflacionistas es, ahora sí, garantía de que la inflación no terminará desbocándose a medio y largo plazo: si el guardián está atento y es consciente de los riesgos que existen, es menos probable que dichos riesgos acaben materializándose de una manera peligrosa.
Como consecuencia de lo anterior, la curva de tipos (estructura temporal de los tipos de interés de la economía estadounidense) empezó a aplanarse tras el comunicado de la Fed del pasado miércoles. Así, el tipo del bono a 10 años no solo no ha subido sino que ha bajado en los últimos días (desde el 1.49% en que se encontraba antes de la reunión de la Fed hasta el 1.44% en que cerraba el viernes). Por el contrario, el tipo del bono a 2 años ha subido (desde el 0.16% hasta el 0.25%). Por tanto, la pendiente de la curva se redujo entre el miércoles y el viernes desde 132 p.b. hasta los 119 p.b.
Como decía, el mercado confía, ahora sí, en que la Fed se ha puesto al frente de los mandos en este sentido y hará lo que tenga que hacer para evitar que la inflación se desboque a medio y largo plazo.
Todo lo anterior provocó una nueva rotación (la enésima en lo que llevamos de año) dentro del mercado bursátil. Los sectores más sensibles al crecimiento fueron castigados en la segunda mitad de la semana, algunos de ellos registrando caídas bastante importantes (industriales, energía, bancos, inmobiliario, transporte, materiales, metales, materias primas, eléctricas…). Por el contrario, el sector tecnológico (que acostumbra a mostrar tasas de crecimiento más fuertes) salió relativamente mejor parado en esta ocasión.
Dicho esto, la relativa mayor fortaleza del sector tecnológico no consiguió compensar de la debilidad mucho más acusada y generalizada que se adueñó del resto del mercado, lo que se concretó en caídas de los índices bursátiles principales en el conjunto de la semana: la bolsa europea se dejó algo más de un -1%, y el estadounidense S&P500 se dejó casi un -2%.
De esta forma, y prácticamente de un plumazo, los índices bursátiles principales han entrado en tendencia bajista de corto plazo, aunque sin implicaciones relevantes aún para la tendencia alcista de medio y largo plazo.
Es muy posible que esta dinámica de ajuste de expectativas en los mercados prosiga durante algunos días más, cursando además con volatilidades relativamente más elevadas, como suele ser característico de estas dinámicas. Pero no hay que perder de vista que todo esto se produce porque la economía se está recuperando, que la situación de fondo está mejorando, y que nos encaminamos por fin hacia una dinámica económica más normal, después de casi 15 años de anormalidades: primero por el estallido y graves consecuencias de las crisis financiera global de 2007-2008 y, después, por la pandemia; casi 15 años de economía subsidiada por una política monetaria anormalmente expansiva que llevó a la también anormalidad histórica de unos tipos de interés nominales negativos y unos tipos de interés reales aún más negativos; casi 15 años sin hablar prácticamente de macroeconomía o en los que las variables macroeconómicas apenas importaban a los mercados. Pues bien, parece que ahora sí la macroeconomía ha vuelto y, si todo sigue yendo como debiera, la economía y los mercados volverán con el tiempo a comportarse de forma más normal, esto es, funcionando con cada vez menos injerencias y distorsiones creadas artificialmente por los bancos centrales.
Así pues, un poco de jarabe amargo a tiempo por parte de la Fed es garantía de mayor salud de cara al futuro, y de menor riesgo y necesidad de medidas más drásticas y amargas a destiempo.
De cara a esta próxima semana, la bolsa europea tendrá la oportunidad de rebotar ante la proximidad del primer soporte relevante de medio plazo. Si no lo consiguiera y este soporte fuera perforado a la baja, abriría la puerta a una posible proyección bajista adicional de en torno a un -6%, que no dejaría de caracterizarse como una corrección bajista normal y moderada dentro del mantenimiento de la tendencia alcista de medio plazo.
En el caso de Estados Unidos, el S&P500 perforaba al cierre del viernes su primer soporte equivalente de medio plazo. Si no lo recuperara en breve, se enfrentaría a una proyección bajista adicional de entre el -3% y el -6% hasta las siguientes posibles referencias de soporte.
Por lo demás, esta semana se producirán nuevas comparecencias y declaraciones de miembros del comité de la Fed. Algunos de ellos, como Bullard, serán halcones, pero también habrá otras comparecencias del ala más blanda (palomas), entre ellos, del propio presidente de la Fed, Jerome Powell. Así que los mercados tendrán un poco de todo. Ya veremos a quién le van dando más peso y con qué deciden quedarse. Lo que sí parece asegurado a priori es que va a ser una semana de nuevo de volatilidad relativamente elevada. Y más aún teniendo en cuenta que al cierre de este próximo viernes, 25 de junio, tras el cierre del mercado, se llevará a cabo la revisión anual de los componentes de los índices de referencia del Russell 2000 (sirven de referencia para la gestión de activos por valor de más de 10.6 billones de dólares).
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