La inversión independiente se atasca

Miguel Ángel García Vega
MADRID. Los escándalos financieros de los últimos meses han dejado muchos cadáveres en el armario de los inversores, y uno de ellos ha sido la confianza. La pérdida de este valor básico en el mundo financiero ha provocado el replanteamiento de algunos conceptos que antes se daban por sentado. El inversor desconfía en muchos casos de lo que le vende su banco o caja. Ya no da por seguro que le recomiende el producto más adecuado para sus intereses, sino el que más y mejor le conviene a la entidad.

Como respuesta a esta situación han surgido las EAF (Empresas de Asesoramiento Financiero Independiente). Una figura de nueva creación cuya principal arma comercial es su independencia a la hora de ofrecer productos y servicios de inversión al cliente.

De momento, frente a las más de cincuenta peticiones, según indican en la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), sólo hay tres sociedades autorizadas (Abante Asesores, Capitalia Familiar y Kessler Análisis Fondos). Este número reducido, ante una estructura de inversión que había despertado mucho interés, se debe, por una parte, a la meticulosidad del regulador a la hora de conceder las licencias, y, por otra, al mal momento económico que vive el país. Pero también, a que estas entidades necesitan de cierto músculo financiero para hacer frente a gastos corrientes como alquileres de locales, equipos, personal cualificado…

Ahora bien, los impulsores de esta fórmula creen que tendrán, también, una gran capacidad de atracción para esos usuarios de banca privada cuyas inversiones no fueron bien asesoradas y que están muy descontentos. «Es cierto» –reconoce José Concejo, presidente de Allianz Global Investors– «que en esos clientes de altos patrimonios reside parte del interés de las EAF». Y añade: «Al final, hay que justificar los honorarios, y algunas de estas entidades de banca privada no se los han ganado pues han sido de todo menos independientes a la hora de ofrecer sus servicios».

Frente a esta, por llamarla así, falta de separación de poderes, entre lo que necesita el cliente y lo que le ofrece la entidad, las EAF quieren ser, al menos, parte de la solución. Su carpintería resulta, en apariencia, sencilla. Tienen que estar autorizadas y registradas en la CNMV como si de una sociedad de Bolsa o una agencia de valores se tratara. En cuanto a sus requisitos de constitución, en caso de ser una persona jurídica o física, la legislación exige un capital social mínimo de 50.000 euros. En su defecto, se puede contratar una póliza de seguros de 1,5 millones de euros para cubrir posibles responsabilidades legales.

En la práctica, estas entidades dicen buscar la democratización del asesoramiento. Aunque con matices, pues el filtro es mayor de lo que se pudiera pensar. La CNMV exige la acreditación, si se quiere constituir una de esta sociedades, de una sólida experiencia profesional para poder ofrecer un servicio de asesoramiento de calidad. Esta experiencia pasa por la gestión de patrimonios, análisis financiero, conocimiento de los mercados de valores… Este requisito incorpora una dosis de discrecionalidad inevitable: ¿con qué parámetros se mide esta mayor o menos experiencia?

El organismo regulador busca, por así decirlo, ‘gestores pata negra’. Un par de muestras. Félix González, máximo responsable de Capitalia Familiar, fue director del área de Gestión Patrimonial de Renta 4; director general de inversiones a nivel internacional de la banca privada del Grupo Fortis y, también, responsable del departamento de Análisis de Beta Capital MeesPierson. Otro caso de estos gestores de élite es el de Belén Alarcón, directora de Abante Consejeros Financieros Independientes. Esta profesional es máster en Investigación y Técnicas de Mercado por ICADE y ha pasado por puestos relevantes, como el de directora de planificación financiera en Morgan Stanley. Evidentemente, la prestación de estos servicios tienen un coste para el inversor. Por ejemplo, en el caso de Abante Asesores, que ha sido la primera entidad en conseguir esta licencia, se establece una tarifa media de unos 3.000 euros, mientras que para Capitalia Familiar ronda el 0,5% de la inversión. Aunque en el caso de la primera, se están cerrando, confirman en la propia EAF, operaciones de asesoramiento que oscilan entre esos 3.000 euros -las más sencillas- y los 30.000 -más complejas-.

¿Pagará el ahorrador? Pero, ¿se acostumbrará el ahorrador español a pagar por estos servicios de asesoramiento cuando nunca antes lo había tenido que hacer? Es un cambio importante, «que supone una oportunidad relevante para aquellos que quieren ofrecer un asesoramiento verdaderamente independiente y de calidad», explican en la consultora Delloite. Las señales parecen positivas. «Nos va bastante bien», dice Belén Alarcón, de Abante. Y precisa: «Nuestros clientes entienden que los servicios que ofrecemos tengan un precio». Una reflexión similar plantea Félix González.

Es cierto que hay muchas esperanzas puestas en esta fórmula comercial, que ha sido creada bajo las indicaciones que señala la nueva directiva Mifid (Mercados de Instrumentos Financieros, en su tracción española). Sin embargo, a pesar de todo ello, la clave reside en que el cliente se acostumbre a pagar una comisión por el asesoramiento en vez de la tradicional comisión por invertir. Este es el cambio en la mentalidad del ahorrador que se debe producir para que este instrumento cuaje. ¿Fácil? A pesar de los mensajes positivos, no lo parece.

Desde un punto de vista de la operativa, los inversores tienen depositado físicamente, por decirlo así, su dinero en cualquiera de las entidades habituales con las que trabaje, mientras las EAF desarrollarán la labor de asesoramiento correspondiente, y por ella cobrarán. Eso sí, la toma de decisión final se queda en manos del inversor.

Dentro de esta estructura se permiten dos figuras: el asesor financiero completamente independiente o el que mantiene algún tipo de vínculo con una o varias entidades financieras. En este último caso, el asesor cobra del inversor pero también recibe una comisión de la entidad. Cuando se dé esta situación, está obligado a informar al cliente de los términos de la relación que tiene con ese banco o caja de ahorros.

Ahora bien, hay una pregunta que muchos expertos se hacen. Si la CNMV sólo da el visto bueno bajo el paraguas de asesores independientes a las EAF, ¿qué sucederá con los cientos o miles de agentes que ofrecen consejos de inversión respaldados por bancos y cajas y que en la práctica actúan como comisionistas? ¿Van a desaparecer? En principio, no. Los clásicos agentes –que están respaldados y dentro de la estructura de sus entidades matrices– seguirán comercializando sus servicios. Otra cosa, dicen en el organismo regulador, es que los ofrezcan a título individual; entonces sí deberían constituirse como EAF. Pero lo más curioso es que las EAF no perciben a estos agentes como una amenaza. «No suponen una competencia para nosotros. De hecho, esta gran exigencia que impone la CNMV a la hora de conceder licencias es una forma de garantizar la calidad y la solvencia de los servicios que se prestan», avanza la responsable de Abante Consejeros Financieros Independientes. «Los requisitos que piden nos parecen razonables», corrobora Félix González, de Capitalia Familiar.

Otra de las dudas es la de las comisiones de retrocesión. Esto es, si el consultor tiene, como hemos visto, acuerdos con alguna entidad financiera o gestora y cobra por recomendar sus productos. En principio, en línea con lo que se hace en el Reino Unido, se planteó la posibilidad de no permitirlas, pero al final, la CNMV las ha consentido señalando que no existe tradición en España de pagar directamente al asesor. Aunque si hay una seña de identidad, concluye el director de Capitalia Familiar, que comparten las tres únicas empresas que están trabajando en el sector, es que «son verdaderamente independientes. No tienen relación con ninguna entidad financiera. Por lo que mantienen la esencia de estas novedosas sociedades: su independencia. […]

Extraído de DossierEmpresarial.com, Miércoles 12/08/2009
enlace a la noticia original en dossierempresarial.com

Radio Intereconomia: Analista Capital, entrevista a Félix González 02-09-2009

Las Empresas de Asesoramiento Financiero cobran sólo por aconsejar al inversor

Miguel Ángel García Vega (30/08/2009)
Felix Gonzalez, socio director general de Capitalia FamiliarEn el Caribe hay un dicho muy popular: loro viejo no aprende trucos nuevos. Las Empresas de Asesoramiento Financiero (EAF) quieren refutar esta máxima y pretenden cobrar a sus clientes por asesorarlos en sus inversiones. Sólo por eso. No por invertir su dinero o gestionarlo, pues tienen prohibido tomar decisiones de inversión por cuenta de los ahorradores -como hace una gestora de fondos o una casa de Bolsa- o custodiar sus depósitos -como hace una caja o un banco-.

Las EAF son un tipo de sociedad que nunca antes se había visto en España (sí tienen, por el contrario, gran tradición en Inglaterra) y cuyo objetivo básico es prestar servicios personalizados de asesoramiento en materia de inversión. Deben estar registradas en la CNMV. Su existencia plantea, sobre todo, un interrogante: ¿pagarán los clientes por recibir asesoramiento cuando hasta ahora lo han tenido gratis?

"Es un cambio radical para el ahorrador", reconoce Javier Kessler, presidente de Kessler Análisis Fondos. "Sin embargo, nadie duda, cuando acude a un reputado médico o a un bufete de primera fila, de que tendrá un coste. La misma reflexión tiene que hacer el cliente de una EAF que recibe un asesoramiento especializado", describe este profesional. O, como explica Belén Alarcón, directora de la EAF de Abante Asesores, denominada Abante Consejeros Financieros Independientes: "Un consejo gratis vale lo que pagas por él; o sea, nada".

Al final, como en otros órdenes de la vida, parece que sólo se valora lo que cuesta dinero. Kessler cobra entre el 0,30% y el 0,40% sobre el total del patrimonio. Y otras EAF, como Capitalia Familiar, piden un 0,5% por este concepto o bien, caso de Abante Asesores, plantean un mínimo de 3.000 euros, que viene a representar el 1% sobre 300.000 euros.

¿Mucho o poco? Son cuantías razonables, teniendo en cuenta que las EAF están orientadas a inversores con elevados ingresos. Por ejemplo, Analistas Financieros Internacionales (AFI) lanza la suya bajo el nombre de Afinet Global. Sus clientes se mueven, en principio, por encima de los tres millones de euros, aunque en este selecto club estarán bajo su asesoramiento, precisa Mónica Guardado, socia del área corporate de AFI, "algunas de las 50 principales fortunas de este país, y, por tanto, las tarifas dependen de cada cliente".

Pero en este momento en el que las entidades están arrancando, el listón económico de entrada bajará. Eso sí, sólo de forma temporal. "Da el mismo trabajo un cliente de 300.000 euros que otro de tres millones. Y los beneficios son muy distintos. Para que funcione este modelo hay que manejar más de un millón de euros", analiza José María Concejo, director de Allianz Global Investors.

Desde el lado de las EAF, el cobro de estos servicios no debería ser un obstáculo. "Las comisiones siempre han estado ahí, incluso cuando pensabas que no las pagabas. Había cargos que el cliente desconocía, pero que se le aplicaban. Estas nuevas sociedades aportan más transparencia", indica Concejo.

Otros actores del mercado, por el contrario, ven nubes oscuras en su futuro. "El modelo no me convence; no aporta el suficiente valor añadido. También hay que analizar qué experiencia profesional tienen las personas que asesoran y hasta qué punto conocen los productos y los mercados", precisa Antonia Conde, de Renta 4. Y añade: "Me cuesta verlo en el mercado español". En esta línea crítica se sitúa también el socio de una multifamily office madrileña: "Están en tierra de nadie. Al final, la CNMV tendrá que dar permiso para que las EAF puedan invertir el dinero de sus clientes porque sino no tienen sentido. Lo más práctico es que haya alguien que tenga la capacidad de invertir y desinvertir".

Con sus luces y sus sombras, estas entidades quieren ser una respuesta, dicen, a ese tiempo de desmanes financieros en los que, en muchas ocasiones, el cliente no sabía en qué productos estaba invirtiendo y qué riesgos asumía. "Es una necesidad frente a un enfoque indiscriminado de colocación de productos por parte de las entidades tradicionales. Es más: todos nuestros clientes han tenido malas experiencias tanto con bancos o cajas como con firmas de banca privada", asevera Félix González, director general de Capitalia Familiar, segunda EAF, después de Abante, aprobada por el supervisor.

Su principal virtud, aseguran en todas ellas, es la transparencia. Recomiendan al ahorrador el mejor producto, sea cual sea la entidad que lo emita, pues no están ligadas a ninguna. "En los próximos años iremos hacia un escenario complejo, donde habrá un mercado sin tendencia clara en el que resulta necesario conocer el riesgo que se asume. Por lo tanto, estar bien asesorado es fundamental", indica José Luis Martínez, economista de Citigroup.

La industria ha visto esta necesidad y también ha sentido las posibilidades de negocio que se pueden desarrollar bajo su paraguas. Según indican en la CNMV, se han presentado más de 50 solicitudes de EAF, aunque hasta ahora sólo hay cinco (Capitalia Familiar, Kessler Análisis Fondos, Abante Consejeros Financieros Independientes, Troy Consultores Asociados y AD-HOC Asesores Financieros) autorizadas por el regulador para operar.

¿Por qué un número tan limitado? "La CNMV no quiere que estas sociedades se conviertan en un coladero de chiringuitos con el sello del supervisor público y está siendo muy exhaustiva con las licencias que concede", revela la experta de Renta 4. Y es que, como explica una fuente próxima al regulador, "se están dando problemas de honorabilidad. Hay entidades que en el pasado han tenido alguna advertencia, al ser consideradas un posible chiringuito financiero, que han pedido constituirse como EAF. Y esto supone un problema".

Esta situación, unida, además, a ese gran número de peticiones, está provocando que las autorizaciones se den con cuentagotas. Pero tal vez el elemento que más ralentiza el despegue de las EAF sea la experiencia. El organismo público exige a los responsables de estas nuevas entidades acreditar una sólida experiencia y formación en asesoramiento financiero, y no hay tantos profesionales en el mercado que conjuguen estos dos requisitos. "Nuestra sensación es que muchas de las personas que solicitan la licencia están más encaminadas a la gestión de carteras que al asesoramiento", afirma Belén Alarcón.

Poco a poco irán apareciendo más EAF, una vez que la CNMV vaya soltando sedal. Pues desde un punto de vista societario, sus requisitos -acreditar un capital mínimo de 50.000 euros o suscribir un seguro de responsabilidad civil de 1,5 millones-, si bien son altos en tiempos de crisis, resultan asumibles. Tampoco debería ser un freno la convivencia con los miles de tradicionales agentes ligados a bancos y cajas que dan consejos de inversión y que en la práctica funcionan como vendedores a comisión. Seguirán operando como hasta ahora y no tendrán que transformase -era una de las grandes dudas del sector- en EAF. […]

Extraído de Elpais.com, Domingo 30/08/2009
enlace a la noticia original en Elpais.com

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