Cristina García – 23/09/2012 16:00h.

El riesgo de una recompra a precios del mercado secundario con un fuerte descuento no es trasladable a todas las participaciones preferentes que ahora están en circulación.

Hablar de uno de los productos peor vendidos por las redes comerciales bancarias en nuestro país es casi sinónimo de participación preferente. Precisamente, con la intención de manchar la reputación de quienes las comercializaron, el propio Julio Segura, el saliente presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y responsable de su supervisión durante su mandato, manifestó el pasado 13 de septiembre que un 58 por ciento de las entidades que las emitieron serán sancionadas, sin especificar más. La cruda realidad es que todavía quedan más de una treintena de estas participaciones vivas en el mercado si se contabilizan las emitidas por bancos y cajas de ahorros. Y a parte, están las preferentes lanzadas por compañías no financieras. La solución que presentan unas y otras no es la misma, aunque se trate del mismo producto financiero.

Uno de los obstáculos que encuentra quienes tienen estos títulos -deuda perpetua sin vencimiento- a la hora de hacer líquida su inversión es que cotizan con fuertes descuentos en el mercado secundario, es decir, con grandes pérdidas de valor respecto a su precio inicial. Y esa solución sólo es posible si existe alguien que quiera adquirirlos o el emisor tenga la posibilidad de recomprarlos.

La gran diferencia entre ambas preferentes es que mientras la banca podría tener la puerta abierta a canjear estos títulos por acciones que recojan la pérdida con que cotizan las preferentes en el mercado secundario (más un máximo del 10 por ciento como dijo el ministro De Guindos), las compañías industriales recomprarían las participaciones por el cien por cien del capital invertido en acciones, ya que son grupos que ni en la actual situación de crisis han incurrido en pérdidas y siguen pagando dividendos y cupones. La problemática de las bancarias.

Lo que cambia entre una preferente bancaria y una industrial «es el riesgo de solvencia del emisor asociado tanto a la fortaleza de su balance como a las diferencias operativas de los distintos negocios«, apunta Félix González, analista de Capitalia Familiar. Y «el sector bancario [español] está inmerso en una profunda crisis que va a exigir una acusada restructuración no sólo de sus balances sino también de su modelo de negocio«, añade. Fiel reflejo de esta situación es que el Gobierno ya ha puesto en marcha su tercera reforma financiera, tan sólo dos meses después de solicitar una línea de crédito por valor de 100.000 millones de euros a sus socios europeos con el objetivo de sanear los balances del sector.[…]

Extraído de Eleconomista.es – 23/09/2012
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